Él y él y (¿Por qué no?) otra vez él.

"Mírate, eres un desastre ¿Qué piensas hacer?" me decía mientras intentaba crear una débil sonrisa en mi rostro entumecido por una cantidad asombrosa de estrés, suficiente como para hacerme una cirugía en la cara sin necesidad de ningún tipo de anestesia.
"¡Continúa! Si bien ahora eres un desastre, aún tienes el "Don de la palabra" " me continuaba diciendo, mientras seguía actuando. "Definitivamente tienes que pasar este examen o no tendrás trabajo, no podrás ver a tu familia, no ..." - ¡Cállate! ¡Me desesperas! - "Emmm... ten mucho cuidado con lo que digas, piensa un poco, recuerda que cada cosa que digas puede diferenciar entre salir bien o mal de este examen"- Si, tienes razón. Disculpa, pero esto de verdad que es muy costoso - "Bien, te perdono. Pero ahora tienes que concentrarte, pasar este examen y así podremos estar los dos en paz ¿Bien?" - Bien .

Días más tarde, una mujer, acompañada de un señor de bata blanca, camina atravesando un pasillo con tantas puertas a la izquierda como a la derecha, casi con una simetría perfecta. Un pasillo que parecía interminable y que tenía un aspecto tétrico, pero a la mujer le era totalmente indiferente, solo buscaba ansiosa aquella puerta que le daría el ascenso que había estado esperando desde el año antepasado. La mujer frena en frente de una puerta al lado izquierdo del pasillo - "Muy apropiado"- pensó la mujer. Inspeccionó la ficha que colgaba del pomo algo oxidado de la puerta.


- ¿Aquí es doctor? - dice la mujer en tono ansioso
- Si, aquí es. Reitero la pregunta ¿Está usted segura de entrar?
- ¡Claro! ¡Una noticia así! Sería un delito dejar pasar esta oportunidad. Por favor, déjeme entrar.
- Bien, pero esto es totalmente bajo su propia responsabilidad.


Al otro día las portadas de los diarios, las noticias, la radio y (¿Por qué no?) hasta el cine transmitían inparables la noticia del momento: "Presidente electo internado en manicomio por trastorno de personalidad múltiple"
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