martes, 21 de abril de 2009

"¡Pide un deseo!"

Una y otra y otra y otra y otra vez.
Fugaces pasan las estrellas y cuento 1, 2, 3, 4, etc. Ahora que uno descubre el secreto de como verlas, pierden toda su magia. Los deseos aburren y uno ya no sabe que pedir, cada cosa que se viene a la mente ya se me cumplió, sin contar que cada persona en este mundo me manda mensajes para que desee cosas aquí, cosas allá, hasta el extremo que me pidieron el aparecer de los marcianos para elevar el autoestima de un pobre tipo sin pasado ni futuro (no tenía vida).
En fin, hay cosas que uno prefiere ignorar, porque cuando lo inusual se vuelve común la sensibilidad se pierde, la magia se escapa y el aburrimiento toca la puerta una y otra vez.

Con una anécdota ridícula, comparo la ausencia de la infancia, no se porque ni por donde salió la idea, pero para mi, no carece de sentido. A medida que uno crece aprende tantas cosas, pero a la vez olvida otras, las cosas que hacían que cada día tuviese tan solo un poco de sentido, aunque fuese tan solo fantasía.
Ahora uno cambia y la vista se a vuelto gris, transformando los días que antes eran distintos unos de otros, en días donde domina lo monótono y la imaginación solo cabe en unas cuantas lineas.

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